La Colonia de Santo Domingo: Situación Económica, Política y Social hasta el 1600

LA COLONIA DE SANTO DOMINGO: SITUACIÓN ECONÓMICAPOLÍTICA Y SOCIAL EN EL 1600


LA ECONOMÍA

Situación de la Isla de Santo Domingo en el año 1600
Mientras en la colonia francesa la producción era eminentemente mercantil, en la colonia española la economía natural predominaba. Por un lado, se destinaba al mercado menos de lo que se destinaba al auto-consumo por parte de los propietarios de las unidades agrícolas y ganaderas, salvo en los casos de las haciendas a base de trabaja, esclavo o de hatos muy grandes propiedad de la aristocracia burocrática colonial. Pero como hemos visto, el grueso de las explotaciones de la colonia no era de gran escala como en el caso de las francesas, sino de mediana y pequeña escala, donde además la subutilización de las posibilidades de fuerza de trabajo determinaba que los excedentes destinados al mercado fueran bastante pequeños. 

Por otra parte, en el interior de la colonia los mecanismos mercantiles eran extremadamente débiles ya que lo que se necesitaba sólo era producido en el exterior, a lo que hay que agregar la falta de moneda que dificultaba las transacciones comerciales, por lo que en la mayoría de casos éstas tenían un carácter de simple trueque, aun cuando estos trueques se equiparan en valores monetarios estimados.

El valor de las exportaciones de la colonia española era de sólo aproximadamente 300,000 pesos en ganado vivo a la colonia vecina, y menos de 100,000 pesos en otros artículos con el mismo destino, como andullos de tabaco, cuerdas, cueros, sebo, cera, etc. A estos valores hay que agregar cierto comercio con España y otros puntos del imperio colonial español. Probablemente más del 80 % del comercio externo de la colonia española se realizaba con la colonia francesa.

Además de estas entradas, la colonia española disponía de una entrada suplementaria en monedas de plata por concepto de situado anual, que hacia fines del siglo XVIII se elevaba a unos 350,000 pesos. Como sabemos, estas sumas se destinaban al mantenimiento de la guarnición de la colonia y del aparato burocrático. Estas entradas suplementarias fueron de mucha importancia en la posibilidad del mantenimiento de ciertos niveles de comercio interno y externo, ya que como se hacían en moneda, ésta podía circular por la colonia.

Al mismo tiempo, como la gran mayoría del situado se destinaba a pagos de sueldos de altos funcionarios y oficiales, constituyó un elemento de acumulación de riquezas por parte de la aristocracia colonial.

ASPECTO SOCIAL

Terrenos Comuneros y Capellanías. El sistema de los terrenos comuneros empezó a utilizarse en la segunda mitad del siglo XVII. El origen de este sistema radica en el poco valor de la tierra en esa época y en las características de debilidad económica del hato ganadero. Las tierras de crianza estaban amparadas por títulos expedidos por el Rey de España, en teoría, llamados Amparos Reales. Ahora bien, después de cierta época, cuando el propietario de un Amparo moría, sus herederos prefirieron no realizar la partición de las tierras que abarcaba por dos razones. La primera por los gastos que ocasionaba la partición y, la más importante, porque la ganadería extensiva que se practicaba en la colonia requería enormes extensiones de pastos y bosques y aguadas bien distribuidas De haberse prolongado las particiones, los terrenos subdivididos muchas veces hubiesen carecido de ríos, de la suficiente extensión de pastos como para alimentar un determinado número de reses, o de bosques necesarios.
Así pues, los herederos tendieron a no fraccionar las propiedades y a permanecer como copropietarios de ellas mediante un sistema de acciones que se contaban en la unidad monetaria o peso de la época, por lo que se las llamaba "pesos" La posesión de una pequeña cantidad de "pesos" sobre una propiedad daba iguales derechos de utilización del conjunto de tierras de bosques y pastos, así como de las aguas, que la de fuertes cantidades de "pesos". La única tierra que se consideraba propiedad privada dentro del sitio comunero era aquella que cualquier copropietario cercaba con una buena empalizada para evitar la entrada de animales y poder dedicarla a labores agrícolas y en algunos casos como potreros. Con el tiempo se hizo costumbre que los herederos copropietarios del sitio vendieran parte de sus acciones a personas extrañas a la familia, dándose lugar a una activa comercialización de esas acciones.

Como se ofrecían en venta acciones desde cantidades muy bajas, los libertos y otras personas de baja condición social podían hacerse normalmente copropietarios de terrenos comuneros con idénticos derechos sobre la utilización del conjunto de las tierras indivisas para crianza de ganado. Es decir, se transformaban en pequeños productores agrícolas y ganaderos propietarios sin ninguna sujeción terrateniente. Por supuesto que la mayoría de los que lograban esa condición no sobrepasaban niveles modestos ya que el problema no era tanto ser propietario o poseedor de tierra sino de lo que efectivamente era la riqueza: cabezas de ganado. Estos libertos combinaban la cría de pequeñas cantidades de ganado vacuno y porcino con labores agrícolas a pequeña y mediana escala, mayormente para el autoconsumo pero también para los mercados urbanos. En la zona cibaeña parte de esos libertos se incorporaban a los productores de tabaco, con un nivel de comercialización de su producción agrícola mucho mayor que en la banda sur.

El otro factor que incidía en las posibilidades de movilidad social era la gran importancia que tenían las propiedades de la iglesia en el conjunto de la colonia. Estas riquezas, para la época extremadamente importantes, se originaban en las frecuentes donaciones a la iglesia antes de la muerte por Darte de personas de todas las condiciones sociales. La religiosidad era un elemento de la más alta importancia en la ideología cíe la población en el siglo XVIII. Ahora bien, las donaciones a la iglesia se hacían en la mayoría de los casos mediante la imposición de capellanías sobre propiedades del donante.

SITUACIÓN POLÍTICA

La isla era una y envidiada por los vecinos europeos de España. A partir de 1513 se inician los asaltos de los corsarios, contra los barcos de la corona española, tratando de romper el comercio monopólico en los mares y tierras recientemente descubiertos. Esta corriente se Intensifica hasta que en 1596 una cláusula secreta del tratado de paz de Vervins autoriza a losFirmantes, españoles y franceses, a hacerse la guerra al este del meridiano de las Azores y al sur del Trópico de Cáncer.

Durante todo el siglo XVI solamente los españoles pueblan la isla. Los corsarios y los piratas realizan incursiones que asustan a las poblaciones y ciudades fundadas, a propietarios y a funcionarios. Tres elementos van a contribuir a configurar el perfil del europeo en la isla en ese Siglo. Desde muy temprano se agotan las minas de oro en la isla.

En 1515 se inicia el proceso de agotamiento de las minasIngleses y Holandeses La conquista de la tierra firme y el descubrimiento de las minas de oro y plata precipitan a propietarios, artesanos y a una importante población hacia las nuevas colonias a mediados del siglo.

El pirata Drake había saqueado la ciudad en 1586, en el 98 una flota inglesa había llegado a Las costas de Puerto Rico. En 1600 el capitán de dieciséis barcos holandeses que llegan a la costa norte de Santo Domingo desembarca y lee una proclama del Príncipe Mauricio de Holanda, en la que promete protección a todo habitante de la isla que abjure del catolicismo, se acoja a la religión protestante y reconozca la soberanía de la República Neerlandesa.

Una de nuestras islas adyacentes, la Isla Tortuga, puede ser considerada como el origen de la frontera dominico-haitiana como hoy la conocemos. Esta isla, situada al norte de La Española, es escenario de un intenso drama, el cual conocemos remontándonos al siglo XVII.

Su población en el siglo XVII tiene que ver con el desalojo de que fue víctima una población constituida por franceses e ingleses que habitaban la isla de San Cristóbal. El desalojo fue llevado a cabo por Fradique de Toledo, quien dirigía la armada española de Barlovento. Este poblamiento también tuvo que ver con la devastación de Osorio, ya que algunos habitantes al salir, fueron a parar a la despoblada Banda del Norte, mientras que otros fueron a pasar a la isla Tortuga.
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