Atila nació en el año 395, hijo de uno de los príncipes hunos más
importantes. Los hunos eran unas tribus semi nómadas, que se habían
asentado en las llanuras del Danubio, procedentes de las estepas
asiáticas. Su proximidad al decadente imperio romano les hace tener un
protagonismo inesperado en sus últimos años de existencia.
En
contra de la opinión general, Atila fue uno de los hombres más cultos de
su época. Esto se debió a que de muy joven fue enviado a Roma como
rehén amistoso. Esta era una costumbre muy extendida como forma de hacer
más sólida una alianza. Los países en conflicto enviaban a uno o varios
miembros de su aristocracia, para ser acogidos como “rehén amistoso” en
la corte del país rival.
Así fue como Atila aprendió un perfecto
latín, nociones de griego e incluso leyes y administración, lo cual le
fue muy útil, cuando años más tarde fuera proclamado rey de los hunos.
Fue entonces cuando conoció al joven romano Aecio, un rehén amistoso en
la corte del rey huno, Rugila. Esta amistad duró toda su vida, incluso
en los momentos en los que la vida quiso que se enfrentaran como
enemigos en el campo de batalla.
Gracias a su esmerada formación, cuando en el año 434 alcanza llega al poder, copia las instituciones y las leyes que había estudiado durante su estancia en Roma, consiguiendo así una “romanización” más completa de los por entonces llamados “bárbaros”. Este término se empleaba para designar a todo aquel que no era ciudadano romano y procedía de fuera del imperio. Como hemos visto, no daba por hecho rudeza o ignorancia en el individuo.
Pertenecían a la raza mongólica, procedían de las estepas de Asia y llevaban una vida nómada. Estas tribus, que en un principio habían estado sometidas a unos príncipes del Asia central, constituyeron más tarde un gran imperio que se extendía desde el Cáucaso hasta el Elba.
Parece ser que al
verse empujados por la expansión china, los hunos se retiraron
hacia el Oeste y cayeron sobre los alanos y demás pueblos
godos, los cuales, a su vez, huyeron hacia el Oeste. Un
historiador antiguo los describe así: "Los hunos son de baja
estatura, anchos de hombros, robustos los miembros y grande la
cabeza.
Viven como animales. Se alimentan de raíces, plantas
silvestres y de carne que maceran entre sus muslos y el lomo
de sus caballos. Una túnica de lino o de pieles de rata es su
vestidura, que no se quitan hasta que se les pudre sobre el
cuerpo. Se diría que están clavados sobre sus feos pero
resistentes caballos. Son crueles y feroces."
El caudillo de los hunos fue un
guerrero legendario que vivió a mediados del siglo V,
llamado Atila. De él se cuenta que se
dirigió hacia Occidente y atravesó el Rin al frente de medio
millón de guerreros, mientras los pueblos huían ante él
aterrorizados. Sin hallar apenas resistencia, llegó a Orleans,
donde el "magister militum" Aecio, en unión del rey visigodo
Teodorico, habían reunido bajo su mando a las legiones galo
romanas, a los visigodos, burgundios y francos.
Librase una
gran batalla en los Campos Cataláunicos (o Campos Máuricos),
donde los hunos fueron vencidos en la jornada más sangrienta
que registran los anales antiguos. Sobre el campo de batalla
quedaron más de 180.000 hunos. Atila volvió a Germania y al
año siguiente invadió Italia, llegando hasta las puertas de
Roma. El papa León salió a su encuentro, le instó a que
respetara la ciudad y Atila se retiró, aunque se cree que fue debido a
una plaga mortal que asolaba toda esa zona.
La muerte le sorprendió
cuando intentaba realizar un nuevo ataque contra Bizancio
(453). No es cierto que Atila fuera una bestia salvaje ni
tampoco el "azote de Dios", ni que donde pisaba su
caballo no volvía a crecer la hierba. Tales
apelativos le fueron aplicados por el pánico que producían sus
avances.
La capital de su imperio fue Panonia (cerca de la
moderna Tokai). En esta ciudad se desplegaba tanto lujo y
magnificencia como en Roma, Constantinopla y Ravena.
Las
esposas de los poderosos usaban joyas de gran valor hasta el
punto que era cosa corriente llevar incrustadas perlas en los
zapatos. Atila, sin embargo, vestía como un pastor y comía en
vasija de madera. Su imperio, basado en la energía y el
prestigio de su persona, se disgregó a raíz de su muerte.
Casi al mismo tiempo, desaparecía el Imperio Romano de
Occidente. En el año 476, Odoacro, rey de los
hérulos, destronó al último emperador de Occidente,
Rómulo (conocido por el apodo de "Augústulus"). Desde
este momento los reyes
bárbaros se convirtieron en soberanos de los
romanos.
ATILA, EL AZOTE DE DIOS!...
"Son
compactos y de constitución fuerte, de cuello ancho y repugnantemente feos, como
bestias de dos piernas." Así describió un historiador romano del siglo IV a los
hunos, quienes irrumpieron desde sus estepas asiáticas para tomar un enorme
territorio al norte del río Danubio. La amenaza que estos invasores
representaron para los romanos fue inicialmente contenida con pagos anuales de
oro.
En 433, el mando de los hunos
pasó a Atila, un nombre que significa "pequeño padre", y a su hermano Bleda.
Luego de asesinar a su hermano, Atila comandó a la horda asiática a sus mayores
victorias, en campañas que le ganaron el sobrenombre Flagellum Dei, "Azote de
Dios". Insatisfecho ya con los sobornos, Aula atacó la región oriental del
imperio, pero fue rechazado antes de llegar a Constantinopla. Luego se concentró
en el oeste, invadiendo las Galias en 451. Aunque fue derrotado por el general
Aecio en la batalla de Chálons, Atila marchó hacia el sur hasta Italia, donde
conquistó Milán al año siguiente. El papa León I —según la leyenda apoyado por
San Pedro y San Pablo— visitó el campamento huno y persuadió a Atila de
replegarse al norte. El "Azote de Dios" murió en 453, seguramente asesinado,
aunque se cuenta la romántica historia de que se le reventó una vena en su noche
de bodas con una hermosa joven gótica llamada Hilda. Sin su liderazgo, el reino
huno se desintegró rápidamente.
Con su nombre germánico Etzel,
Atila aparece en el Nibelungenlied, o
Cantar de los Nibelungo. Se cree
que el poeta anónimo tal vez combinó a Atila el huno con Esteban, santo patrón y
primer rey de Hungría, quien reinó en la primera mitad del siglo XI.
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